miércoles, 30 de septiembre de 2009

Un sistema educativo para la mediocridad

Héctor Vilchez Baldeón*

Según cifras oficiales del INEI (Censo 2007), en el Perú el analfabetismo rural en el ande y la Amazonía alcanza los 5,5 millones de personas (19,7% de 28’220,764 personas), pero además existe otra cantidad no determinada de personas que podrían ser incluidas en la misma categoría ya que, si bien saben leer y escribir, no saben emplear ese conocimiento en la vida diaria.

Por ello, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico señala que una persona es alfabeta cuando puede leer, comprender y redactar un texto simple sobre su propia vida diaria (Pentierra, 2006).

Las razones

Pareciera que al más alto nivel del gobierno peruano, tanto del actual como de los anteriores, por lo menos en últimos 25 años, existe la política de mantener una educación mediocre en el medio rural .

Las personas que han viajado y/o vivido en la selva peruana rural pueden dar cuenta de ello: la escuela trabaja con un modelo multigrado (un solo profesor para varios grados), hay retraso en el inicio del año escolar, la escuela presenta un visible deterioro en su infraestructura, solo hay nivel primario, los profesores renuncian por las malas condiciones pedagógicas, falta de materiales educativos, no hay presencia de la UGEL, falta de docentes bilingües, no hay plaza orgánica para docente, profesores impagos, entre otros.

Si a esta situación le añadimos la carencia de los otros servicios básicos (agua potable, electricidad, servicios de salud, falta de trabajo remunerado), se puede concluir que la población rural tiene pocas posibilidades de salir adelante, si es que no intervienen otros agentes de desarrollo (del Estado o privados) que puedan ayudar a cambiar esta situación.

¿De qué vale que la educación sea gratuita cuando es de mala calidad en forma permanente? La población rural de Madre de Dios, muy cerca de Puerto Maldonado, no esta muy lejos de esta realidad.

Una salida

En la Convención, la selva de Cusco, conocí a dos hermanos Matsiguenkas de apellido Kategari, quienes tuvieron la suerte de estudiar secundaria en la Misión Koribeni, manejada por misioneros dominicos.

Durante el trabajo con ellos, se pudo comparar el nivel educativo de las personas que estudiaron en las escuelas como las descritas líneas arriba y las personas que estudiaron en la Misión Koribeni. La diferencia es abismal, porque los Kategari, gracias a la educación recibida y ciertamente otros factores más, ahora son dirigentes de la Federación COMARU (Consejo Matsiguenka del Río Urubamba).

Entonces, ¿qué se necesita para el cambio? Una alternativa es promover la creación de más misiones (o instituciones similares) donde los alumnos puedan estudiar y vivir bajo un sistema de internado, porque sus comunidades están muy alejadas entre sí.

¿Esto es viable? Si, desde hace muchos años se viene aplicando en algunas regiones del Perú, aunque cada vez con menor número de instituciones por razones presupuestales. Es importante mirar hacia atrás y ojala se pueda rescatar los modelos exitosos de educación rural.

Mientras esto no suceda, o no se haga nada por el cambio, los analfabetos, aún sabiendo leer y escribir, seguirán aumentando en el Perú; esto es contradictorio en estos tiempos. Ahora vivimos en un mundo globalizado, donde la educación de calidad es clave para poder ser competitivos por lo menos dentro de nuestro país.

Foto: Profesor unidocente con sus alumnos de diferentes grados en la C.N. Mazokiato (Matsiguenka); obsérvese la diferencia de edades. Se comunicaba con sus alumnos con el idioma Quechua. Foto 2007.

*Ingeniero Forestal, director de ProNaturaleza en la Dirección Regional de Madre de Dios

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